Hacking ético

La ciberseguridad es una de las principales preocupaciones de las empresas en la actualidad. Ya que se enfrentan a un entorno cada vez más complejo y dinámico, donde los ciberataques son una amenaza constante y pueden causar graves consecuencias. Según el informe de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) sobre el estado de la ciberseguridad en 2023, el 60% de las empresas sufrió algún incidente de seguridad en el último año. Y el 40% de ellas tuvo pérdidas económicas o de reputación. 

Ante este escenario, las empresas necesitan contar con medidas de protección adecuadas. Que les permitan prevenir, detectar y responder a los posibles ataques, así como recuperarse de ellos. Sin embargo, muchas veces estas medidas no son suficientes, ya que los hackers maliciosos utilizan técnicas y herramientas cada vez más sofisticadas y variadas, que pueden burlar los sistemas de seguridad tradicionales. 

¿Cómo pueden las empresas asegurarse de que sus sistemas son seguros y resistentes a los ataques? ¿Qué pueden hacer para anticiparse a las amenazas y mejorar su capacidad de respuesta? La respuesta es el hacking ético, una práctica que consiste en utilizar las mismas técnicas y herramientas de los hackers maliciosos. Pero, con la gran diferencia, de que los fines de esta práctica son legítimos y autorizados, para evaluar la seguridad de los sistemas informáticos, redes y aplicaciones de una organización, identificar sus vulnerabilidades y proponer soluciones para mejorarla. 

¡Sigue leyendo para saber todo sobre el hacking ético! 

¿Qué es el hacking ético?

El hacking ético es una actividad que se realiza bajo el consentimiento y la autorización de la organización que quiera realizar este método, con el fin de comprobar su nivel de seguridad, prevenir posibles ataques cibernéticos y mejorar su protección. Y es que, esta acción se basa en el principio de que la mejor forma de defenderse de los hackers maliciosos es pensar y actuar como ellos, pero respetando las normas éticas y legales. 

Los profesionales que realizan el hacking ético se denominan hackers éticos, y se diferencian de los hackers maliciosos en que no tienen intención de causar daño, robar información u obtener beneficio ilícito. Estos actúan de forma responsable y transparente, y reportan los resultados y las recomendaciones de forma clara y detallada a la organización. 

El hacking ético se puede realizar de forma interna, por parte de los empleados o colaboradores de la organización. O de forma externa, por parte de empresas o consultores especializadas en ciberseguridad. En ambos casos, se debe establecer un contrato o acuerdo que defina el alcance, los objetivos, los límites y las condiciones del hacking ético, así como las responsabilidades y obligaciones de ambas partes. 

¿Qué beneficios tiene para el mundo empresarial?

En los últimos años, se ha convertido en una práctica cada vez más demandada por las empresas, ya que les aporta numerosas ventajas en materia de ciberseguridad. Algunos de los beneficios más destacados son: 

Detectar y corregir fallos de seguridad antes de que sean explotados por los hackers maliciosos. Los hackers éticos realizan pruebas de intrusión o pentesting, que consisten en simular ataques reales a los sistemas de la organización, con el fin de descubrir sus debilidades y probar su resistencia. Estas pruebas permiten conocer el nivel de exposición al riesgo y tomar medidas correctivas a tiempo. 

Cumplir con las normativas y estándares de seguridad vigentes. Esta práctica ayuda a las empresas a adaptarse a las exigencias legales y regulatorias en materia de protección de datos y seguridad de la información. Como el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) o la Ley Orgánica de Protección de Datos y Garantía de los Derechos Digitales (LOPDGDD). Así, se evitan posibles sanciones y se mejora la reputación de la empresa. 

Aumentar la confianza de los clientes y socios. Este demuestra el compromiso de la empresa con la seguridad de la información y la protección de los datos personales de sus clientes y colaboradores. Esto genera una mayor confianza y fidelidad, así como los costes de recuperación y reparación de los daños.  

Reducir los costes asociados a los incidentes de seguridad. El hacking ético previene las pérdidas económicas y de productividad que pueden ocasionar los ataques cibernéticos, así como los costes de recuperación y reparación de los daños. Además, contribuye a optimizar el rendimiento y la eficiencia de los sistemas informáticos, lo que se traduce en un ahorro de recursos. 

¿Cómo se realiza el hacking ético?

Esta práctica requiere de una formación específica y de unas habilidades técnicas y éticas. Los hackers éticos deben contar con el consentimiento y la autorización de la organización para realizar las pruebas de seguridad, respetar los límites y el alcance acordados, mantener la confidencialidad de la información y reportar los resultados y las recomendaciones de forma clara y detallada. 

El proceso de hacking ético se suele dividir en las siguientes fases

Reconocimiento. Es la fase inicial, en la que se recopila información sobre la organización, sus sistemas, sus redes y sus servicios. Esta información puede ser pública (reconocimiento pasivo) o privada (reconocimiento activo). 

Escaneo. En esta fase se analiza la información que se ha obtenido en el reconocimiento, y en esta se identifican los puntos de entrada y se detectan las vulnerabilidades existentes. Para ello, se utilizan herramientas como escáneres de puertos, de vulnerabilidades o de aplicaciones web. 

Explotación. Es la fase en la que se intenta acceder a los sistemas o recursos vulnerables, utilizando las técnicas y herramientas adecuadas para cada caso. El objetivo es comprobar el impacto y el alcance de la vulnerabilidad, así como obtener información adicional que pueda facilitar el acceso a otros sistemas. 

Post-explotación. Aquí se evalúa el nivel de acceso conseguido, se extrae la información relevante y se realizan acciones para mantener el acceso o borrar las huellas. También se puede aprovechar esta fase para realizar ataques adicionales o escalar privilegios. 

Reporte. Es la fase final, en la que se elabora un informe detallado con los hallazgos, las evidencias, las conclusiones y las recomendaciones para mejorar la seguridad de la organización. Este informe se presenta al cliente o a la organización, con el fin de que tome las medidas oportunas. 

Es, por tanto, una práctica imprescindible para la ciberseguridad de las empresas, ya que les permite conocer su nivel de seguridad, prevenir posibles ataques, cumplir con la normativa y mejorar su imagen y confianza.  

Si necesitas más información sobre este tipo de prueba o quieres realizarla en tu empresa, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. Escribiendo a comunicacion@grupotecon.com o llamando al 967 50 50 24. ¡Te ayudaremos!

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